Despierto de madrugada escapando al mundo,
A una hora sin velocidad ni precipicio.
Me siento lejos del día y lejos de la noche.
No extraño a nadie y nadie me extraña ahora.
¡Puedo pensar por fin!
No veo nada más allá de nada,
La luz no llega a la pared.
¿Donde está la belleza?
¿Quién charla con Dios?
¿A quién vista el diablo?
¿Quién descubre, quién obedece?
¿Quién se mueve, quién avanza?
No veo más allá de nada,
Y la luz no llega a la pared.
Del otro año, la próxima película de Hollywood, el calentamiento global y el frío de esta noche.
...
La utopía o la insoportable permanencia de la vida. Hay cosas a las que no podemos renunciar por más desesperanzador que sea el panorama, aún en el descrédito absoluto de lo humano. Salirse de órbita es una posibilidad recurrente del calendario y el imaginario es más poderoso que cualquier situación. La vida es real dicen, pero qué tan real es la banda que sostiene el instrumento con el que se ejecutan los sueños de un ser complejo. Qué tan reales son los signos y símbolos de una sociedad no sólo de contrastes sino también contradictoria. No hay intención de escritos profundos ni concienzudos. Este es un espacio de collage y de relación; no con los otros, no por lo menos de esa manera de mensajes y contactos; con el objeto sí, con el reducto talvez, mientras la vida sigue y es relación.